Adrián Urze: Premio Internacional Rey Felipe VI.

Adrián Urze: Premio Internacional Rey Felipe VI.

La Hermandad Nacional Monárquica de España organizó un concurso literario titulado “III Certamen Internacional De Poesía Y Narrativa Corta “Rey Felipe VI”. El concurso finalizaba el último día de noviembre y yo participé con una pequeña historia titulada El Secreto de la Corona. En febrero me llamaron para decirme que había quedado en tercer lugar en la categoría de narrativa corta.

Yo no me lo esperaba, en ese momento estaba dando un paseo. En concreto estaba a 40 minutos de mi casa. Llamaban para informarme de dónde se realizaría la entrega de premios y de que después habría una cena, también me dijeron que debería llevar traje y corbata, por lo que días después compré una corbata negra, porque antes solo tenía una roja.

Organizar el viaje a Madrid con Raquel ya fue más complicado. Tuvimos que ir a la agencia de viajes y buscar un hotel que estuviera cerca de la Gran Vía porque la Real Gran Peña, el lugar de la entrega de premios y de la cena, se situaba en la Gran Vía. También faltamos a un par de clases para terminar los trámites, pero los profes nos perdonaron.

Salimos de Sahagún en tren y tuvimos que hacer transbordo en Palencia para ir directos a Madrid y de ahí, de la estación de Chamartín al hotel. Dos horas andando por la ciudad hasta lograrlo, en ese largo paseo vimos muchos edificios interesantes y una librería con miles de libros a 1€ y 2€ a la que, sin lugar a dudas, algún día volveremos.

Nos alojamos en el Hotel Regente, en la novena planta. Menos mal que había ascensor.

El sábado lo dedicamos a explorar Madrid, descubriendo que había un Corte Inglés justo al lado y dos Casas del Libro, una en cada dirección. Sin embargo, una de ellas estaba cerrada por reformas, de modo que no perdimos tiempo en ir a la otra. Tenía tres pisos enormes y estoy seguro de que era el único lugar de Madrid en el cual la gente no tenía prisa.

Nos gastamos un pastizal en esa librería. Yo me llevé el segundo libro de la saga Assassin´s Creed y El Séptimo Papiro. Raquel se quedó con Casi Sin Querer y Bajo Nuestra Piel. Aunque esa misma mañana habíamos estado en la Calle de los Libreros y también habíamos comprado bastante.

Exploramos la Gran Vía y llegamos hasta La Cibeles. Luego regresamos porque tenía que escribir el discurso para esa noche, los seis premiados deberíamos decir unas palabras después de recoger los diplomas. Más o menos lo terminamos en la cafetería del hotel, aunque nos distraía bastante el pedazo de televisión que tenían.

Y por fin llegó la noche. Nos pusimos las ropas de gala y salimos hacia la Real Gran Peña. Allí, nerviosos, esperamos a que llegaran el resto de los asistentes. Los atentos camareros pasaban constantemente con bandejas de bebida y aperitivos. El champán estaba delicioso, y ya no digo nada del jamón. El resto de los aperitivos eran desconocidos y no me quedé con los nombres cuando los camareros explicaban lo que era.

Por fin llegó el momento. Los organizadores del concurso dijeron unas palabras. Primero habló el presidente de la Hermandad y después Ana Esteban, la secretaria. Después tocó el momento de la entrega.

Salí el quinto, recibí los diplomas de la mano de Ana y el presidente me colocó la insignia de la Hermandad Nacional Monárquica de España en la solapa del traje, luego me tocó hablar. Estaba nervioso y no era capaz de enfocar a la gente que me observaba, así que me quedé con la mirada perdida mientras hablaba. La mitad de mi preparado discurso fue bien, pero cuando llegué al punto en el que quería animar a otras personas a participar me perdí completamente e improvisé el final. Cuando acabé regresé a mi asiento para poder respirar.

Cuando terminó la entrega de premios todos nos sentamos para escuchar a los dos poetas que habían venido para amenizar la velada. Recitaron tres poesías cada uno y los aplausos retumbaron por todo el edificio cada vez que uno terminaba.

Llegó la hora de cenar. La cena se componía de primero, segundo y postre. El primero eran vieiras, y a mí no me gustaron nada, pero las comí igualmente mientras bebía vino para poder pasarlas. El segundo era un delicioso solomillo que se comía solo. Y el postre era un buen pedazo de tarta de galletas y chocolate con una bola de helado. Para el postre volvieron a servir el champán. Durante el café los poetas volvieron a tocar e interpretar para nosotros.

Una vez terminada la cena nosotros regresamos al hotel. No había nada mejor que quitarse los zapatos después de 5 horas con ellos puestos.

El domingo bajamos a desayunar un poco tarde y tuvimos que esperar nuestro turno. El buffet libre del hotel tenía de todo. Nos pusimos morados, especialmente con el beicon y el zumo de piña. Después salimos en busca de la Cuesta Moyano, de la que habíamos oído hablar por primera vez la noche anterior conversando con Juan Carlos Ayuso, el primer premio de narrativa corta. En este viaje, que se nos hizo un poco largo, especialmente al regreso, pasamos por el Instituto Cervantes, con sus grandes Cariátides a ambos lados de la puerta, la Cibeles, siempre tan elegante, y la enorme Puerta de Alcalá.

El Parque del Retiro estaba cerrado y tuvimos que rodearlo, la acera era estrecha y había mucha gente corriendo, pero logramos alcanzar la Cuesta Moyano y hacernos una foto con la estatua de Pío Baroja.

 

La Cuesta Moyano se compone de 30 casetas que venden todo tipo de libros. Pasamos como dos horas mirando, buscando, leyendo y comprando, condición sine cua non, no pensábamos irnos. Lo malo de ser una cuesta es que bajamos comprando y subimos cargados.

Pasamos el resto del día leyendo y escribiendo y por la tarde fuimos al McDonald´s a por provisiones para ver una película en la habitación. Al día siguiente nos levantamos pronto para terminar de hacer las maletas. Empezaba nuestro regreso a casa.

 

 

 

 

Autor/a: Adrián Urze.

Editor/a: Yago Rejón.

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