El bolo leonés
El bolo leonés, como bien indica su nombre, es un deporte propio de la provincia de León.
El bolo leonés remonta su origen a los ejercicios que realizaban los guerreros en la antigüedad para adiestramiento bélico, centrándose en el pulso, el fortalecimiento de los músculos y en el cumplimiento de normas de convivencia, por lo que todas las acciones del deporte tienen una connotación bélica.
En el juego se disponen 9 bolos de 55 cm de largo formando un cuadrado denominado castro, habiendo además otros dos bolos de 28 cm de largo (llamado miche) a los laterales del mismo:
Por último, el jugador que se dispone a tirar utiliza cuatro bolas semiesféricas a una distancia determinada del castro, la cual varía con la categoría del jugador. Por ejemplo, si este tiene 16 años, tirará a 11 metros del primer bolo del castro, y si tiene 18 años, a 12 metros; a partir de esta edad, todos tiran a la misma distancia y son agrupados en otra categoría que no compite contra los menores de 18 años.
Las bolas se tiran de una en una, cambiando la posición y la forma de tirar la bola, de modo que al llegar al castro, la dirección que toma esta es distinta. Además, el objetivo no es tirar el máximo número de bolos posibles como cabría esperar, sino conseguir que la bola entre al castro y, rodando, llegue al lado opuesto de este y pase (suponiendo una vista desde arriba) entre el bolo de la esquina inferior correspondiente y el michelín. A esta jugada se la llama “ahorcado” y supone un total de 16 puntos. Si durante el recorrido de la bola, esta derriba el bolo central, la puntuación aumenta a 17 puntos.
Sin embargo, no es tan sencillo realizar este tipo de jugadas, por lo que el sistema de puntuación se amplia. Si la bola entra en el castro o derriba un bolo de este, se anotan 6 puntos. Si además derriba dos bolos o el bolo central (suponiendo que no se haya derribado ningún bolo previamente) la puntuación asciende a 7 puntos. Posteriormente, por cada bolo derribado se añade 1 punto y si la bola sale del círculo exterior al castro se restan dos puntos.
Y como casi todo deporte, este tiene competiciones que van desde nivel local hasta nivel nacional; para participar en este último se necesita quedar en primer puesto en el provincial o estar entre los primeros en el conjunto de competiciones de nivel local que se dan a lo largo de la temporada.
Como es normal, todo aquel que oye hablar acerca de este deporte y que se entera de que todavía está en práctica dice que es bueno ya que es importante mantener tales tradiciones. Sin embargo, como jugador, no creo que se deba jugar por el hecho de mantener una tradición, sino más bien para divertirse jugándolo, como todo aquel que lo practica. El hecho de que haya competiciones lo hace aún más interesante y entretenido ya que los chicos que participan se divierten mientras compiten entre ellos, de modo que al final lo que menos importa es el título. En este deporte puedo afirmar que, al contrario que en otros en los que hay competiciones incluso a nivel nacional, lo importante es participar y pasárselo bien; de hecho yo mismo he quedado campeón nacional este pasado año 2017, y lo que más recuerdo no es el momento en el que subí al podio y recibí la medalla, sino los momentos de la competición que pasé con mis amigos jugando, ya que aunque gané, me lo pasé igual de bien que cuando perdía otros años.
Autor/a: Martín Suárez Fernández
Editor/a: Marina Vega Llorente