Nuestro hogar: Sahagún y su comarca
Uno de los factores que más afectan a la educación de los jóvenes es el medio en que ésta se desarrolla. Hay una gran diferencia entre crecer en un pueblo o criarse en una ciudad. Es muy difícil determinar cuál de los dos lugares es el mejor, el que más beneficios aporta a una correcta formación académica y personal. Pero lo que tenemos claro los alumnos del IES de Sahagún es que la educación de la que hemos disfrutado en el medio rural es la mejor que podríamos haber recibido.
Puede que en el día a día no seamos conscientes de ello, pero crecer en un pueblo es, a día de hoy, un verdadero lujo. Un pueblo cualquiera como, por ejemplo, los que conforman la comarca de Sahagún. La cercanía con la naturaleza, la estrecha relación con nuestros vecinos y la gran historia que atesoran estas tierras ayudan a que nosotros, los alumnos de este instituto, recibamos una formación de gran nivel, tanto académico como personal. Hemos sido educados en los valores que defienden el respeto por nuestro entorno, y el esfuerzo por conocer su historia. La historia de aquellos que también se esforzaron por aprender de este entorno, por defender nuestra forma de vivir y por perpetuar nuestras costumbres y tradiciones.
A lo largo de este artículo, escrito por aquellos que saben lo que es vivir en unpueblo, se pretende mostrar la riqueza que guardan estas llanuras del viejo reino de León, la historia de aquellos que nos precedieron, y los beneficios de formarse en nuestro instituto. En definitiva, se pretende demostrar lo satisfactorio que es poder decir aquello de “yo soy de pueblo”.
La villa de Sahagún: del siglo IX al XXI.
La villa de Sahagún se encuentra entre los ríos Cea y Valderaduey, sobre un relieve levemente ondulado, en el sureste de la provincia de León y en una tierra fronteriza que comparte con las provincias vecinas de Valladolid y Palencia. Esta comarca se extiende por el extremo noroeste de la Tierra de Campos, conformada por vastas llanuras destinadas al cultivo del cereal, algunos ríos y arroyos que las cruzan y pequeños pueblos formados por casas de adobe y tapial.
Para poder conocer la historia de esta comarca y de la villa de Sahagún hay que remontarse unos cuantos años atrás, hasta la época de dominación romana sobre la Península. En la vía que unía Legio VII con Roma, a su paso por estas tierras, se construye una especie de posada, llamada ‘Camala’. Pero el hecho que determina la fundación de Sahagún, hacia el siglo III, es el martirio a la orilla de río Cea de los Santos Facundo y Primitivo, dos jóvenes legionarios romanos que habitaban en el entorno. Cuenta la leyenda que, tras ser decapitados, sus restos fueron arrojados al río, de donde los recogieron los cristianos que también moraban en este territorio.
Hacia finales del siglo IX se construye un santuario para venerar esos restos, llamado ‘Domnos Sanctos’, que tras ser destruido varias veces por los árabes, fue restaurado por Alfonso III El Magno. Es él quien establece la vida monacal en este lugar. La época de esplendor del monasterio comienza en el siglo XI, cuando el rey Alfonso VI otorga fueros a lavilla de Sahagún e instaura en este Real Monasterio de San Benito el rito romano y la orden de Cluny, de manos del Abad Bernardo. El monasterio de Sahagún llegó entonces a controlar territorios desde el Cantábrico hasta Segovia, a disfrutar de derechos jurisdiccionales, a poseer una universidad propia, a conformar una extensa biblioteca, a recibir valiosas obras de arte (como la custodia procesional de Enrique de Arfe, auténtica joya de la orfebrería) y a levantar una iglesia y un edificio con cuatro claustros de extraordinarias dimensiones.
En los siglos XI y XII Sahagún vive su mayor apogeo social y cultural. Aquí, árabes, judíos y cristianos convivieron en armonía, bajo el reinado del citado Alfonso VI. También hay que tener en cuenta que Sahagún se sitúa en el corazón del Camino de Santiago. Por ello se levantaron aquí hospitales y hospederías para los peregrinos, y el convento de San Francisco que, posteriormente, en el año 1688, recibe la imagen de la Virgen Peregrina, hoy patrona de la villa, tallada en Sevilla por Luisa Roldán, ‘la Roldana’. Todo ello favorece un extraordinario intercambio cultural que lleva, entre otras cosas, al nacimiento de un estilo artístico propiamente español, el Mudéjar, que rápidamente se extendió por toda la península. Tan hermoso es este arte, basado en el uso del ladrillo, que el mismísimo Federico García Lorca cantó a la torre de San Tirso de Sahagún y a los ‘duendes’ que la construyeron.
Pero a partir del siglo XIV toda esta gran obra empieza a dejar de dar frutos. Rebeliones populares burguesas, desamortizaciones, robos, expolios y guerras echan por tierra lo que llegó a ser uno de los mayores monasterios de la cristiandad. Como curiosidad, cabe nombrar dos sucesos históricos ocurridos ya en la edad moderna: primero, la ‘batalla de Sahagún’, librada por ingleses y franceses en el año 1808 en el marco de la Guerra de la Independencia; y, segundo, el hecho de que Sahagún fue la segunda localidad española que el 14 de abril del 31 elevó la bandera tricolor para proclamar la II República. Este último acto le valió a la villa el título de ‘Muy ejemplar ciudad’. Probablemente fuese conocedor de estos hechos el conocido dramaturgo Ramón Mª del Valle-Inclán pues, al ejercer su hermano Carlos de notario en esta villa, solía pasar largas temporadas en su casa. Dicen los que lo conocieron que, este peculiar hombre paseaba por los soportales de la Plaza Mayor, y conversaba con los vecinos sobre el estado del campo o simplemente sobre algún tema de actualidad.
Como se puede observar, la historia de esta villa es muy extensa y muy interesante, y nos permite imaginar lo que esto llegó a ser siglos atrás y entender lo que es ahora. Aunque no podemos quejarnos, pues a día de hoy conservamos un patrimonio valiosísimo y unas tradiciones muy arraigadas. Los sahagunenses custodiamos los restos del Real Monasterio de San Benito, el Arco de San Benito (icono de la villa), varias iglesias mudéjares como la de San Tirso o San Lorenzo, la Torre del Reloj, las delicadísimas yeserías también mudéjares del Santuario de la Peregrina, ricos retablos barrocos y churriguerescos, la ya nombrada excepcional custodia de Arfe, un lienzo del entierro de cristo atribuido al mismísimo Tiziano, los pasos de Semana Santa de la Escuela Castellana del siglo XVII, etc. Los vecinos de estas tierras conservamos el legado de nuestros antepasados, y nos estremecemos cada primavera cuando escuchamos el lastimero sonar de la trompa el Viernes Santo, sacamos a la pradera en procesión a la Virgen del Puente cada mes de abril, corremos los encierros cada 12 de junio para honrar a nuestro patrón San Juan de Sahagún, llenamos las calles de música y alegría cada fin de semana del verano, ofrecemos los deliciosos puerros cultivados en las vegas del río Cea cada octubre en la Feria de San Simón, y degustamos las típicas almendras garrapiñadas el último domingo de noviembre de cada año en el ‘voto de villa’, esa celebración en la que rememoramos aquella mañana en que los Santos Facundo y Primitivo fueron martirizados a la orilla del río Cea…
El entorno natural de la villa de Sahagún.
Hemos ofrecido en la primera parte de este artículo una pincelada sobre la historia de esta villa. Pero ahora es el momento de hablar del entorno de este bello pueblo. Sahagún es una localidad situada a las orillas de dos ríos, el Cea y el Valderaduey, que atraviesan la comarca de norte a sur. Su territorio es mayormente de campo de cultivo, pues la agricultura fue durantemuchos años la principal actividad económica de los habitantes de estas tierras. En el entorno natural de Sahagún y su comarca habita un gran número de animales, ya sean aves, mamíferos, o una amplia variedad de insectos.
Primero hablaremos de las aves. En Sahagún habitan muchos pájaros, y todos son bien conocidos por los más mayores de nuestros pueblos, que siempre han convivido con ellos. Desde los más pequeños y comunes, como pueden ser los gorriones y golondrinas, que colocan su nido en los aleros de las casas; hasta aves de un considerable tamaño, como halcones, águilas, y, cómo no, las cigüeñas. Esas cigüeñas sin las cuales las torres de las iglesias y ermitas de nuestros pueblos no estarían del todo completas.
Por otra parte, hemos de tratar de los mamíferos. Aproximadamente, podemos decir que la mitad de ellos son salvajes, y la otra mitad están destinados a la ganadería. Los animales salvajes que se pueden encontrar en la comarca de Sahagún son liebres, conejos, jabalíes, corzos, algún que otro ciervo, e incluso unos cuantos hurones. Son las primeras, las liebres, las que permiten que nuestros campos acojan cada año a una gran cantidad de cazadores que, una vez se abre la veda, recorren con sus galgos toda la comarca. En cuanto al ganado, sería imposible entender nuestras tierras sin los extensos rebaños de ovejas que las surcan cada día. Con el pastor con su cacha a la cabeza y los perros que los conducen, los rebaños ofrecen quizás la imagen más auténtica de la Tierra de Campos. Las citadas ovejas, cerdos o vacas no podían faltar, por tanto, en este artículo.
A continuación vienen los animales acuáticos yanfibios. Aun en desventaja con el resto de mamíferos, estas especies son bastante abundantes en los ríos, arroyos y lagunas del entorno. Es bastante común encontrar un humedal, sea del tipo que sea, en cada uno de nuestros pueblos. Dentro de esta categoría, la de animales acuáticos y anfibios, merecen ser nombrados los más variados peces, ranas, lagartijas y los cangrejos de río americanos.
Y por último pero no menos importantes nos encontramos a los insectos. Aquí hay una amplia gama de ellos, que varían desde los más pequeños y coloridos, hasta los más grandes. Abejas, avispas, hormigas, ciempiés, arañas,… Aunque no sean las especies más apreciadas por la gente también merecen ser nombradas. Ahora bien, la excepción la marcan las mariposas, de los más variados colores. Las mariposas, esos animalillos frágiles y delicados, que se posan en primavera en las rosas de los jardines o en la mano de algún niño aventurero que ya ha comenzado a sentir especial interés por la naturaleza que le rodea.
Para acabar este artículo, hemos de hablar de los pueblos que aportan estudiantes a nuestro instituto. Entorno a Sahagún se puede observar un buen número de ellos, algunos más pequeños, con unos 50 habitantes, y otros con una población mayor, de hasta 600 habitantes. A pesar de la diferencia numérica de las personas que habitan en estos lugares, podemos decir que en todos ellos las relaciones entre los vecinos son muy agradables ya que la mayoría se conocen entre sí.
La vida en estos pueblos es bastante tranquila, se puede disfrutar de un ambiente mucho menos contaminado respecto al de las ciudades, y la circulación de automóviles es mucho más reducida. Además se pueden observar hermosos parajes naturales, ofreciendo la mayoría de ellos una gran riqueza en flora y fauna.
En los pueblos más pequeños únicamente hay una pequeña tienda con una gran variedad de productos. Además, para que la gente no tenga que desplazarse a realizar la compra de otros productos que no se ofrecen en dicha tienda, pasan por todas las localidades, sea cual sea su tamaño, vendedores ambulantes con pan, verdura, pescado, etc.
También es muy típico encontrar una pequeña iglesia en todas las poblaciones, por la que los habitantes muestran un gran interés, pues suelen acudir a misa todas las semanas. Muchas de ellas están construidas siguiendo el modelo Mudéjar que se creó en Sahagún. Además, algunas de estos templos merecen una especial consideración, pues albergan ricos retablos, artesonados, esculturas e incluso pinturas murales datadas en la Edad Media.
La gente más joven de estos pueblos suele dedicarse a la agricultura o a la ganadería, aunque cada vez son más aquellos que deciden emigrar a las ciudades para poder trabajar. La mayoría de la población es de avanzada edad, por lo que no es posible disponer de centros educativos en todos los pueblos Por este motivo, muchos estudiantes se desplazan hasta Sahagún para poder asistir a clase. Estos jóvenes disponen de un servicio gratuito de transporte escolar para acudir al colegio o instituto. Por esto actualmente se defiende el mantenimiento de estas rutas, especialmente las que vienen de las provincias limítrofes de Valladolid y Palencia, para que los alumnos puedan formarse de manera gratuita. A pesar de esto, algunos de los pueblos más afortunados disponen de un pequeño centro donde se imparte educación infantil y educación primaria.
Una curiosidad que se puede observar en los pequeños pueblos es que el número de personas aumenta bastante en algunas épocas del año, sobre todo en verano, que es cuando los niños tienen vacaciones. Las familias deciden pasarlas en el pueblo, ya que tienen muchas ventajas y pueden disfrutar de la sabiduría de nuestros mayores, aprender en la naturaleza y divertirse mucho más.
Autor/a: Yago Rejón, Claudia Valentín y Javier López.
Editor/a: Marina Vega Llorente.