El Dios del conocimiento
Si las campanas de la oración vespertina sonaban y yo no estaba presente, las próximas campanas serían las de mí funeral. Cuando las primeras nieblas de la madrugada asomaban por mi ventana, bajé con cuidado las escaleras para encontrarme con las piedras del jardín, que ya había memorizado como mapa. Iba con prisa vertiginosa. Si las campanas de la oración vespertina sonaban y yo no estaba presente, las próximas campanas serían las de mí funeral. Mi recorrido nocturno dio fin…